miércoles, 12 de octubre de 2016

Amaicha del Valle.






Amaicha del Valle es una comunidad ancestral diaguita, cultura que se desarrolló en el extenso territorio del Valle Calchaquí, ubicado a 162 km de San Miguel, capital provincial, y a 52 Km de Tafí del Valle, en la provincia de Tucumán. Es uno de esos lugares que cuando se lo conoce siempre vuelve, de esos rincones colectivos que uno recomienda a cualquier viajera o viajero para que lo transite.






Su ubicación permite conocer tres comunidades, tres provincias, tres historias, con pocos kilómetros de diferencia. Nos referimos a Amaicha en Tucumán, a Santa María en Catamarca, y Cafayate en Salta. Sobre las últimas dos más adelante escribiremos algo, pero vale como adelanto contarles que en Santa María hay dos comunidades, Las Mojarras y Fuerte Quemado, a las que se accede caminando, y en Cafayate otra comunidad, llamada El Divisadero, que vale la pena conocer. Cada uno de estos pueblos son un grito colectivo de identidad y cultura para reconocerse en una ruta 40 que varias veces en esos viajes nos reencuentra.

A Amaicha se accede por estas dos provincias fronterizas, y también desde San Miguel de Tucumán.Todos los paisajes del norte, como todo nuestro país, son mágicos, pero entre esas fotos, que abrazaban en su inmensidad, se destaca el ascenso desde San Miguel de Tucumán, por la Ruta provincial 307, pasando por Tafi del Valle. El recorrido ingresa subiendo sobre un selvático camino que se va perdiendo en el interior de sus montañas en un dinámico ida y vuelta de su carretera.





En la comunidad no hay terminal. No hemos dado pistas sobre el dedo porque la propia ruta complica bastante esa modalidad en esos accesos. No significa que sea imposible, pero sin dinero la opción es encontrar viajeros en autos para dividir costos o encontrar algún anfitrión que viaje en su transporte personal. El dedo a secas es una opción lejana en esta zona de los valles calchaquíes. Los colectivos, una misma empresa, sale de la calle principal donde se encuentran dos comedores enfrentados. En la lectura parece una información irrelevante, pero cuando se bajen del colectivo y pisen la comunidad se darán cuenta de lo fácil de entenderlo.

Sobre esa misma calle, a dos cuadras, se encuentra en una esquina un camping familiar que no figura en las guías turísticas oficiales. Es el más barato, también tiene piezas, e incluye ducha, cocina, parrillas y electricidad. El dato de la cocina, con herramientas para hacerlo, no es un dato menor, ya que es la opción más gasolera para alimentarse cuidando los gastos. Hay un lugar para comer en la esquina de la única plaza de Amaicha, sus precios son más baratos que lo que se pagaría en Entre Ríos, Santa Fe o Buenos Aires, pero más caro, salvo Cafayate, en comparación con todo el norte argentino.





Entre los lugares para perderse en su energía se encuentra la comunidad Los Zazos, donde luego de una caminata se accede a tres cascadas sobre un territorio preservado por sus integrantes. Son aproximadamente 9 kilómetros, se recomienda llevar agua y protector solar. Sobre lo último aclaro que nunca fui de usar en Entre Ríos, pero desde Tucumán es necesario. Ni hablar en Salta, Jujuy, Bolivia o Perú. El sol en la altura pega fuerte y más en los climas secos, que son varios, donde no se siente calor por falta de humedad pero el sol hace de las suyas. Es un detalle pero de nada vale perder un día haciendo reposo por quemaduras de piel. Tengo una anécdota al respecto con amigo y su frase, que quedó clavada en cada reencuentro, de "remerita en la cabeza".






Por los Zazos se llegará a "El Remate", una construcción prehispánica agro-pastoril, donde se encuentran las tres cascadas. Al comienzo hay una entrada donde se cobra una entrada mínima por el mantenimiento y la autogestión de la comunidad originaria. La cascada, el agua, las montañas, sus caminos valen el recorrido. Durante el camino, también se encuentra Fuerte Quemado, otra comunidad cercana. Con respeto frente a la invasión, con sentido colectivo, y amor por el lugar, sus vecinos tendrán la misma respuesta. En el camino varias veces, cuando lo recorrimos, pedimos agua. La primera porque no sabíamos que el agua sería un factor fundamental desde Tucumán, y en las otras veces para estrechar el saludo con la comunidad.


Ya estamos en el camping. A la noche vale apreciarla ya que la altura invita a ver las estrellas y la luna cada vez más grande, y con la sensación que está mucho más cerca. 


Si definen quedarse un segundo día, Amaicha es para quedarse a vivir literalmente, existen dos ruinas en el lugar. Una es más conocida, y son las ruinas de Quilmes, que guarda una historia muy triste. La ciudad de Quilmes es la organización pre-incaica más importante del país, un patrimonio de la cultura calchaquí. Dos veces invadidas, la ciudad sagrada originaria fue privatizada en los noventa y reconstruida turísticamente. Algunos integrantes de la comunidad cuentan que toda esa edificación se realizó sobre sus hermanos muertos.

Las otras ruinas son las de Amaicha, que se pueden conocer desde El Remate con una caminata sobre montañas de cuatro a seis horas. Ese recorrido no está reconstruido y es totalmente protegido por lo que no está permitido hacer la experiencia solos o solas.Hay guías de la comunidad que por un accesible precio acompañan esa aventura, un paso más hacia la cultura que se respira.





Si tienen un día más se encuentran Las Salinas, que proveen a los habitantes sal para uso doméstico, medicinal y para alimento de la hacienda, ubicadas a 15 kilómetros al sudeste de Amaicha. Dique Los Zazos y Abra del Infiernillo, un poco más alejado, también son parte de la riqueza cotidiana.

Con un click ubica Amaicha en el mapa

Compartimos un mate, viajamos gasolero.


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